Crónicas Misioneras
Reflexiones Cristianas
La reflexión es un pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien.
El ciego y el paralitico
Bajo los árboles, al pie de una montaña. Allí vivía un hombre paralítico de sus pies, que apenas se movía arrastrado sobre el suelo.
Enfrente de su choza, vivía un hombre ciego y testarudo. Ambos se habían enemistado por alguna razón desconocida. Lo cierto es que todos los días encontraban una excusa para discutir acaloradamente. En más de alguna ocasión se desearon la muerte el uno al otro.
Un día, hubo un incendio en el bosque y el fuego comenzó a devorar las chozas de aquella aldea. La gente salió huyendo del lugar, pero nadie ayudó al hombre ciego ni al paralítico.
Aquellos hombres gritaban pidiendo auxilio. El ciego daba vueltas en su patio intentando escapar, pero no lograba discernir el camino que debía tomar. El paralítico, en cambio, miraba que aún quedaba un espacio en medio del bosque por donde huir, pero era escabroso y sabía que no iba a poder arrastrarse tan rápido para salvarse.
No tardaron mucho en darse cuenta que la única forma de salvarse era uniendo esfuerzos el uno con el otro.
En medio de la desesperación, el paralítico le ofreció ayuda al ciego para guiarlo en el camino, a cambio de que lo cargara en su espalda y lo llevara con él. El ciego aceptó gustosamente y así lograron salvarse de la muerte.
Después de esto, aquellos hombres comprendieron que su enemistad era inútil y perjudicial. Se disculparon y llegaron a ser los mejores amigos.
¿Qué debemos aprender?
Como cristianos debemos procurar estar en paz con todos. Primero con nuestra familia. Es triste ver enemistad entre hermanos, padres e hijos o con otros miembros de la familia. A veces hay peleas y divisiones entre los feligreses de la iglesia, cuando deberíamos ser una familia unida.
También es importante buscar la paz con los vecinos, amigos y las demás personas. Jesús, incluso nos enseñó a amar a nuestros enemigos.
Todos somos hijos de un Padre Celestial y miembros de una gran familia. Es importante que nos respetemos, nos ayudemos y nos amemos unos a otros, tal como nos enseña la Biblia.
La casa sobre la roca
Parábola de los dos constructores
Todo aquel que viene a Mí y oye Mis palabras y las obedece, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca. Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa.
Lucas 6:47-49
En el Antiguo Testamento se emplea la alegoría de la tormenta y la inundación para referirse a las dificultades de la vida y también a los castigos divinos. El colapso de una de las casas es, en definitiva, una imagen de juicio. Al mismo tiempo, se puede entender que la parábola se refiere a las pruebas con que se tropiezan los creyentes en esta vida.
Esta parábola, que está al final del Sermón del Monte, se la refirió Jesús a Sus discípulos, y va asimismo dirigida a todos los que creemos en Él y lo seguimos. Él espera que los cristianos apliquemos Sus enseñanzas; cuando no lo hacemos, nos comportamos como el constructor insensato, que vio cómo su fe y su fortaleza le fallaron en la hora de la prueba. La piedra de toque del discipulado, de la auténtica fe, son las obras. Oír la Palabra de Dios sin obedecer, sin aplicarla, no basta. Según Jesús, quien no sigue la vida por lo que Él enseñó será como un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.
Como escribió Santiago, hermano de Jesús: «Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores»
Niña preguntando
Un día una niñita estaba sentada observando a su madre lavar los platos en la cocina. De repente notó que su madre tenía varios cabellos blancos que sobresalían entre su cabellera oscura.
Miró a su madre y le preguntó inquisitivamente:
- "¿Por qué tienes algunos cabellos blancos, Mamá?
Su madre le contestó:
- "Bueno, cada vez que haces algo malo y me haces llorar o me pones triste, uno de mis cabellos se pone blanco."
La niñita digirió esto y al rato dijo:
- "Mamá, ¿porqué todos los cabellos de la abuelita están blancos?